Panamá posee en su gente, tenemos la convicción, el potencial necesario para sumir los compromisos que un cambio de estas dimensiones representa y de emprender el proceso de desarrollar la visión del futuro digno y glorioso que como pueblo estamos llamados a alcanzar.

Paso obligatorio durante siglos, debido a su situación geográfica y a su configuración física, la tierra panameña ha acogido diversas etnias y culturas. Este privilegio de ser un crisol de razas y culturas ha marcado significativamente nuestra vida como nación, dotándonos de un gran poder para orientar y decidir nuestro destino.

En 1914, 'Abdu'l-Bahá, una de las figuras centrales de la Fe Bahá'í, se refería así a la posición privilegiada de Panamá:

"Debéis prestar gran atención a la República de Panamá, ya que en ese punto el Occidente y el Oriente se encuentran unidos por medio del Canal de Panamá y está situada entre dos grandes océanos. Ese lugar llegará a ser muy importante en el futuro. Las enseñanzas, una vez que sean establecidas allí, unirán al Oriente y al Occidente, al Norte y al Sur".

Esta fue la visión que inspiró a la Comunidad Internacional Bahá'í a erigir precisamente en nuestro país, la Casa Bahá'í de Adoración, Casa Madre para América Latina. Construida sobre las colinas que rodena la ciudad de Panamá, este edificio es un símbolo de unificación para el mundo bahá'í y orgullo para todos los panameños por su singular belleza y diseño arquitectónico.